En la ciudad de Puno, en el sur oeste, hay una gran
infraestructura de la colonización: su nombre es San Luis de Alva. Algunos
historiadores han llegado a la conclusión que fue una instalación minera para
la extracción de plata.
EL PUEBLO DE SAN LUIS DE ALVA Asociado al auge minero se
formó el pueblo minero de San Luis de Alva. En menos de una década, de simple
campamento minero se convirtió en capital del corregimiento de Paucarcolla.
Este pueblo ostentó tal privilegio once años, hasta el develamiento de la
rebelión de Laykakota, que trajo consigo su destrucción y el traslado de su
población. En 1770 Cosme Bueno decía: “sirvió de Capital, desde el año de 1657,
el asiento de este mineral con el nombre de San Luis de Alva, hasta el año de
1668”. El pueblo de San Luis de Alva en su máximo esplendor, contó con una
población superior a los 10 000 habitantes.
HISTORIA
Gran ciudadela española, se estima que fue un tipo de
centro minero hispánico creado por orden de Gaspar y José de Salcedo, los
famosos Hermanos Salcedo fundadores de Puno, que en ese momento era llamado San
Luis De Alva, de donde se extraía plata.
Las minas de Laykakota fueron descubiertas el 1 de mayo
de 1657 por José de Salcedo, bajo una laguna ubicada entre los cerros
Cancharani y Cerro Negro. Se dice que fueron reveladas por Malika (hija del cacique
de Laykakota y descendiente de Cusi Coyllur) a su esposo José de Salcedo.
Rápidamente los Hermanos Salcedo trabajaron la veta con tanto ímpetu y tal
suerte que descubrieron que era riquísima, convirtiéndose en los hombres más
adinerados del virreinato.
Batalla de Laykakota
El 28 de octubre de 1661, tuvo lugar una batalla entre
mestizos sublevados de La Paz y españoles fieles a la corona. Los sublevados
asesinaron al corregidor de aquella ciudad, así como al corregidor de Carabaya,
Don Juan de Ortega e hiriendo de gravedad al alcalde paceño Don Antonio Vaca
Dávila saqueando sus casas, soltando de la cárcel a presos y destruyendo
haciendas de particulares, siendo cabecilla Juan de Vega. Se encaminaron a
Laykakota y San Antonio de Esquilache. Muchos mestizos de los confines del
Cusco a Potosí se les unieron y otros amenazaron seguir el ejemplo.
El capitán de Laykakota, Pedro de Arquinigo junto al
asistente general Francisco de Guzmán y Toledo, gobernador de Chucuito,
lograron, al mando de la gente de Laykakota, oponerse con más de cien hombres
españoles, a los alzados. Gaspar de Salcedo pagó el sustento y las armas de los
asediados e incluso a su costa, hizo piezas de artillería, a imitación de las
que se hacían en Chile. Los rebeldes saquearon Chucuito, después de matar al
cacique gobernador de ese lugar; y llegaron a quemar las moliendas de plata de
Huarumpampa y el trapiche que Gaspar de Salcedo tenía a media legua de
Laykakota.
Luego de la batalla de Laykakota y vencedores los
Hermanos Salcedo, a Gaspar de Salcedo se le concedió el título de Maestre de
Campo y el virrey Diego de Benavides y de la Cueva, conde de Santisteban, le
dio las gracias por sus servicios.
Destrucción de la ciudad
Los hermanos Salcedo fueron partícipes de los disturbios
de Laykakota, originada por las diferencias entre andaluces y vascos, los dos
grupos más importantes que habitaron la ciudadela.
El 3 de agosto de 1668, llega a San Luis de Alva Pedro
Antonio Fernández de Castro cuyo recibimiento, fue (según las historias)
apoteósico, las calles de la ciudad fueron cubiertas con barras de plata, se
levantaron arcos ornamentales con flores y adornos de plata. Los disturbios
fueron finalmente sofocados por el virrey Pedro Antonio Fernández de Castro,
Conde de Lemos sin disparar una sola bala. El 12 de octubre de 1668 los
Hermanos Salcedo fueron sentenciados, sus bienes embargados y dictada la
destrucción de la ciudad. Más de tres mil hogares fueron incendiados, el
terreno de la ciudad fue asolado echándole sal, más de cien personas fueron
ejecutadas y más de dos mil fugaron.
La historia cuenta que la doncella aimara Malika, esposa
de José de Salcedo, mandó anegar las minas en venganza al trágico final de su
esposo y que, cuando el mismo conde quiso reabrir las minas bajo propiedad del
rey, con la esperanzas de sus futuras riquezas vio que las minas estaban
totalmente inundadas e impedía toda labor fructífera. Aunque la opinión de Don
Antonio de Ulloa, atribuye esta anegación a la constitución misma del terreno,
agravada por las frecuentes y bruscas paralizaciones que las labores sufrieron
durante toda esta época.
Una vez concluidos los asuntos del virrey en esta parte
del Alto Perú, partió rumbo a Copacabana.
Conclusiones
San Luis de Alva fue construida con el deseo de lograr
una metrópolis, pero al final el intento fue sofocado por el virrey, quien
luego de destruir la ciudad desplazó a los habitantes al pueblo de Puno,
dándole el título de villa y agregándole el nombre de San Carlos de Puno, en
homenaje al rey Carlos II de España el 4 de noviembre de 1668.
Hoy en día, sólo quedan las ruinas del Fuerte de San Luis
de Alva, construida por José de Salcedo como defensa de la ciudad ante posibles
asedios.
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